domingo, 26 de abril de 2015

La loca pirada es la escritora.

-Hey, chicos, ¿alguno se había dado cuenta de que ahora somos más? -preguntó el taxista con el calcetín rojo colgándole de la manga.
-Yo sí, esta loca no deja de crearnos -respondió la niña de pelo rizado con sus soldaditos en las manos, malhumorada.
-Chicos, ¿no pensáis que deberíamos buscar alguna manera de comunicarnos con ella para decirle que le cambie la ropa a esa tribu de tuaregs? -comparte Iria en voz alta, expulsando aliento con olor a pescado al hablar, recibiendo varios asentimientos generales como respuesta-. Hace tiempo ya que no huelen muy bien...
-Joven -una vieja que murmuraba insultos en francés a ratos interrumpió a un chico en medio de su calada-, ¿puedes morirte de una vez por fumar tanto?
Estaba a punto de contestar el chico cuando más como ellos se materializaron a su lado. Y no sólo eran dobles de la vieja y del chico, si no que eran dobles de la niña, de Iria, del taxista, de la tribu de tuaregs... y de todos.
Todos tenían sus dobles.
-Se volverá loca ella misma si sigue creando más personajes... -grita Ann Dublain entre la multitud.
-Sí, tenemos que llegar a ella y decírselo -habla una adolescente con una barra de pan bajo el brazo.
-Tengo una idea... -comentó Rogus, el payaso, con el león que lo asesinó a su lado en una jaula.
-Eso no es una opción -exclamaron a coro la pareja que quedó encerrada en su casa el día de Halloween.
-Algunas veces, deseo que nuestra creadora fuera algo más normal, menos... extraña a la hora de crearnos. -Gimoteó el pingüino, el mejor amigo del reno, en una esquina, ignorando el problema de los dobles- ¡Miradme, hasta puedo hablar!
-¿Has perdido la cabeza? -berreó el híbrido entre lobo y humano, sujetando a una niña con su camisón hecho jirones entre sus zarpas- Mejor que nos haya creado así, ¡no tenemos comparación!
-Estoy de acuerdo con eso último; mi nombre no se le pasa por la cabeza A NADIE (salvo a ella) -comentó Piluflominiacuaticediliopiominkiflowers.
-Pues a mí que me hizo un sueño fracasado y quiero hacérselo pagar; yo habría llegado lejísimos... -se lamentó Biruja.
-Amigos, tenemos que hacer algo ahora mismo -tronó la voz del hombre que robaba la imaginación (y se oyó el eco de su doble resonar).
Se produjo un silencio general. Bien pudo ser porque aquel personaje tan siniestro intimidaba mucho o bien porque todos (los dobles incluidos) necesitaban a su escritora y creadora para tomar una decisión.
-Hay que ser realistas -vociferó Amelia, disfrazada de Tauriel, como si siguiera en aquella convención de El Hobbit todavía-, miraos a vosotros mismos y ved que seguís igual que entre las líneas donde exististeis una vez antaño. Estamos olvidados por completo. No tenemos remedio. Y si para ella no existimos, no tenemos nada que hacer.
-Es un caso perdido -suspiró la vikinga que tenía pinta de haber sido sacada de una guerra.

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