domingo, 5 de abril de 2015

Ana.

Las personas que no conocen a Ana dirían que era una chica 
normal que amaba la fotografía. Pero sólo lo dirían porque no la conocen.

Ana era una muchacha menuda y delgada, de grandes ojos marrones, tez blanquísima y pelo oscuro a la que le gustaba sentarse siempre en el mismo banco del mismo parque. Sentada allí observaba a la gente, imaginaba sus vidas… y les tomaba fotos con su cámara. Ana siempre fotografiaba a las personas sin que estas se dieran cuenta.
A Ana también le gustaba ver programas y leer sobre asesinos, sobretodo si eran asesinos en serie. Ella siempre se ponía en la piel del asesino e imaginaba su vida y como se sentía a la hora de matar. A Ana siempre le fascinó la brutalidad de ciertos asesinatos.
Ana tenía por costumbre revelar sus fotos de personas y fotos de sus asesinos favoritos. Las colgaba todas juntas de su pared y clasificaba los retratos de la gente como retratos de las víctimas de cierto asesino. Más tarde, Ana se imaginaba siendo ese asesino matando a su siguiente víctima. Aquello siempre le producía un extraño placer.


Ana se preguntaba cómo se sentiría al matar a alguien justo antes de clavarse un cuchillo en su corazón.

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