domingo, 5 de abril de 2015

A mí también me sobra cordura.

Todos tienen un rasgo en común: tienen sobre qué escribir.
¿Y yo? ¡Yo nada!
Imaginad si escribo lo que quiero decir en voz alta, lo que callo trescientos sesenta y cinco días al año; me tomarían por loca. Loca "de verdad", como dice la gente. Acabaría con un psiquiatra intentando explicarme por qué los unicornios no son reales, por qué los arco iris terminan y ya está, sin oro ni leprechauns al final, por qué no vemos dragones volando en nuestros cielos por las mañanas y por las tardes.
¡Menuda locura!
¿Y yo? ¡Yo nada!
Imaginad que acabo con la vida de alguien; me encerrarían entre paredes dándome medicación para "permanecer sana". Me llamarían insanaloca. Destruirían mi mente, me destruirían, mutilarían otro de su misma raza pero que es algo diferente a ellos.
¡Menuda locura!
¿Y yo? ¡Yo nada!
Imaginad que me rebelo; saldría en las noticias, mi cara, mis ideales y mis gritos. Estaría en periódicos, en las bocas en las comidas familiares recibiendo insultos de toda clase.
¡Menuda locura!
¿Y yo? ¡Yo nada!
Imaginad que dejáis de afirmar que todo eso que no existe para vosotros no existe realmente.

Entonces, sólo entonces, alguien diría "¿Y la cordura?". Sería el momento de responder, gritaría la respuesta a los cuatro vientos sin avergonzarme de nada: Aún sobra lo que vosotros llamáis cordura. La única reacción que recibiría de aquellos que considero ignorantes sería una frase que está en todas partes, en todos los países, en todo tipo de seres humanos, viejos y jóvenes, y es una "lección" que se inculca desde que ni siquiera tenemos consciencia de ella (y que considero totalmente falsa):
¡Menuda locura!

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