La
cálida luz de un Sol de invierno iluminaba a la pequeña Cati, que
jugaba con trozos de tela atados entre sí, simulando una muñeca. La
niña, que cantaba y movía su juguete como si este estuviera
bailando, escuchó gritos y risas en el parque situado al lado de su
casa. Decidió buscar una vieja caja de madera donde su mamá
guardaba la ropa, la vació y la puso bajo el marco de la ventana,
subiéndose a ella para mirar a los otros niños y niñas que jugaban
con sus regalos de Navidad. Unos jugaban con juguetes teledirigidos,
otros con enormes robots e incluso había un que otro pequeño grupo
jugando con algún reluciente balón de fútbol. Cati observaba como
todos ellos reían, ¡parecían tan felices con sus juguetes nuevos!
De repente volvió la cabeza hacia su muñeca y pensó en el momento
que su madre se la dio el día de Navidad de hacía dos años. Desde
ese año no había vuelto a recibir regalos, y su familia había
tenido que abandonar su casa de Colombia para venir a la casa de
España, siendo esta más vieja. Su papá cada vez traía pan más
duro y su mamá parecía más delgada y enferma cada día.
Siempre
que Cati preguntaba por qué Santa no le había traído juguetes
puesto que había sido muy buena, mamá respondía que tal vez se
habían perdido por el camino, y ella le decía que era imposible,
que en la carta había puesto su nueva dirección.
Aquel
día unos señores malos vinieron a casa de Cati y le dijeron a su
familia que ya no podían vivir en esa casa porque no habían pagado.
'¿Por qué tenían que pagar?' se preguntaba ella. No entendía
nada.
- Anni
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