domingo, 1 de febrero de 2015

Él. (Parte II)


Mila sabía que él la observaba.
Le había sido imposible ignorar su ensortijada melena anaranjada, sus ojos grandes y verde siguiendo sus movimientos.
A Mila no le gustaba que la observasen, pero aquellos ojos no mostraban malicia, sino curiosidad y admiración, por lo que no le importaba que él lo hiciera.
Notaba como él se volvía cada vez que ella pasaba cerca, como observaba cauteloso cada uno de sus gestos.
Parecía ser que era el único que había notado su presencia.
Sin querer, a lo largo del tiempo, le había cogido cariño a esa mirada inocente, a esa mirada de niño.
¿Cómo era posible que la mirada de un chico de 17 años mostrara tanta ternura e ilusión?
Le había cogido cariño a aquella mirada que, sin haber hablado alguna vez con su dueño, conocía como si la hubiese estado viendo toda su vida.
Sabía cuando esa mirada escondía felicidad, sabía cuando escondía tristeza.
Y también sabía cuanto se alegraba de verla a ella dibujar en el aire y sonreír.
Por eso ella siempre lo hacía.
Porque, sin querer, aquellos ojos verdes se habían convertido en los únicos amigos que tenía en aquel caos llamado vida. 

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