sábado, 10 de enero de 2015

La vía de lo eterno.



“Quisimos ser eternos cuando teníamos hasta las manecillas del reloj en nuestra contra,
pero... ¿por qué no romper la cadena que ataba el reloj a las horas?
¿Por qué no vivir entre poesías y utopías?
Podemos ser eternos, y héroes,
sólo por un día.
Podemos ser el cielo y el mar,
y, como Bécquer nunca escribiría,
podemos delinear el horizonte
en perfecta armonía.
Podemos correr por los raíles del tren,
por las vías,
y en mitad de estas,
fundirnos donde nadie más lo haría.”

Derrotados en un apartado y oscuro rincón del bar vacío de siempre, ambos, mirándonos, nos recitábamos, sin decir nada, estas palabras.
Estábamos cada vez más solos, rodeados de gente. Cada vez éramos más nosotros y menos el resto del mundo. Cada vez éramos menos dos y más uno. Y ese rincón, ese pequeño rincón, cada vez se convertía en un infinito universo de posibilidades,
Sí, eso éramos tú y yo, una infinidad de posibilidades.
Pero lo que nos perdió fue el hecho de que tú citabas a Rulo y decías que yo era la Coca-Cola, tú el whisky barato, y que juntos éramos tu mezcla preferida para ahuyentar el llanto, mientras que yo, sin ningún tipo de remordimiento, quemaba viejas fotografías y bebía tequila frente a ti. Yo me dejaba llevar por la música, y tú disfrutabas viéndome volar con las notas que salían de tu guitarra y las palabras que salían de tus labios, ¡benditos labios!

Recitábamos palabras que decían como podíamos ser eternos cuando, sin darnos cuenta, ya lo estábamos siendo.



Hell, @_s0ldeinvierno

No hay comentarios:

Publicar un comentario